REFLEXIONES DESDE EL ALMA DE NUESTRA VOLUNTARIA EDURNE

REFLEXIONES DE EDURNE

Son ellas. Cada una única.

Nirjala tan talentosa en sus dibujos; no existe una sonrisa como la de Yudun, siempre dispuesta a todo; Bhawani tan bailarina y cocinillas; Nima Sherpa tan lista, con tanto que
ofrecer; Bipana tan tranquila y bella; Bina tan sensible y tierna; Anisha ¿cómo se le puede dar todo tan bien?; Gyanu, tan responsable y trabajadora; Pramita tan estudiosa y cantarina; Bimala tan enfocada en su vocación de enfermera y, a la vez, tan cariñosa; Nima Lama tan deportista y complaciente; Durga tan responsable, atenta y dulce; Yanji tan inteligente y trabajadora, queriendo aprender tanto de todo; Saru nadie me ha cuidado como tú, tu risa es muy especial y Sui tan paciente y dispuesta. Podría decir tantas cosas buenas de cada una de ellas. Son Maravillosas. Me han enseñado el valor de compartir, de no sentir envidia, de ayudarse siempre unas a otras. Y mil cosas más que me guardo para mí.

Han sido dos meses de frustración, alegría, abatimiento, motivación, tristeza, superación, estrés, risas. He llorado, he echado de menos Vitoria y a mi gente, me he querido ir y abandonar, me he sentido sola, inútil; pero también he reído, he bailado, he cantado, he disfrutado, he sentido que he aportado, que he colaborado, que he enseñado, he mostrado maneras diferentes de ver la vida, he inculcado, he leído, he aprendido, he valorado, he jugado, he enseñado español , he tenido inmejorables alumnas, he mejorado mi inglés, he disfrutado de cosas muy pequeñas, he valorado cosas ínfimas, pero a la par enormes; he trabajado mi paciencia, he regulado mis emociones.
Es Nepal. Katmandú. Su lluvia constante durante horas o intensa sólo unos minutos; tan relajante. Pasear bajo ella sin cambiar un ápice la temperatura. Es no sentir ni frío ni miedo. Jamás ninguna de las dos a ninguna hora del día. Indescriptible la seguridad que he experimentado en esta ciudad. Es vivir en chanclas, incluso teniendo un mar en los pies. Los numerosos vehículos sin ningún tipo de norma y no haber visto un accidente. Es ir en moto segura sin casco, sintiendo el viento en la cara. Son los niños monjes, también los adultos y sus monasterios. Esa paz; esa calma. Cuidada en la casa, no me ha faltado de nada. Es su picante en todos los platos. Es arroz siempre. Los paseos nocturnos. Vida de pueblo. Las familias en las calles, sentados en el bordillo charlando.

Gracias Udana. Gracias Sara, Eva, Stella, Esther y María. Por la oportunidad. Por estar. Por estar cada día. Por apoyarme siempre. Por vuestra labor. Por vuestro trabajo del todo altruista. Por vuestra preocupación. Por lo que hacéis. Por lo que son estas chicas gracias a vosotras. Por lo que serán en el futuro gracias a vosotras. Por estar cada día para ellas.

Post a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *